El documental “Toloriu”, basado en la leyenda de la hija de Moctezuma, Xipaguazin, llega a la Cineteca Nacional
La directora, Patricia Cruz Ordaz, estrena su documental “Toloriu” en salas de la Cineteca de México. La cinta se adentra en la leyenda de la princesa Xipahuatzin, la hija de Moctezuma que vivió en Cataluña, y es una reflexión sobre la identidad y la migración desde una mirada contemporánea.
En "Toloriu" se entrelazan diversos relatos y corren de manera paralela tres historias: el destino trágico de la princesa Xipaguazin, el abandono de Toloriu por la migración a las ciudades y las reflexiones de la documentalista en primera persona en su encuentro con la gente del pueblo.
A lo largo de 2 años de investigación, filmación y búsqueda de financiamiento, Patricia logró, en sus propias palabras:
“...explorar cinematográficamente el terreno de la leyenda y la fuerza de la palabra. Quería construir una atmósfera que nos situará dentro del mundo donde los mitos existen y filmar el pueblo como quien se acerca a lo desconocido, para acentuar la mirada ajena: tanto de la princesa, como la mía, como la del espectador.”
Toloriu, es una zona en el municipio de El Pont de Bar, ubicado a tres horas al norte de Barcelona. En dicha comunidad, la leyenda de Xipaguazin, hija de Moctezuma, tlatoani del imperio mexica, es el eje narrativo sobre el que se basa el documental. A base de trabajo de campo, entrevistas con los residentes y exploración del entorno, es como se va reconstruyendo una leyenda y parte de la identidad colectiva de los habitantes. De igual manera, la cineasta elige la voz en off como elemento narrativo, para dar cuenta de su propia nostalgia mientras recoge los pequeños detalles que conforman la vida de sus protagonistas.
En su búsqueda por descubrir las tradiciones culturales que han formado parte de la historia de Toloriu, la realizadora encuentra un estrecho vínculo a través de la música mexicana, misma que proviene de la leyenda de Xipaguazin, y que le permiten una mejor aproximación a las costumbres, gustos y valores de la gente de aquel lugar.
Aunque en la actualidad las canciones mexicanas encienden la alegría y animan al baile a la comunidad de Toloriu, en su momento, era el único elemento que mantenía su patrimonio cultural, esto a causa del dictador Francisco Franco y su prohibición de la difusión de la lengua y cultura catalanas. Pese a ello, una radio en el pueblo que transmitía música “ranchera” mexicana bastó para su preservación. De allí provienen “El rey”, Volver, Volver”, "México lindo y querido”, y otras un poco más nuevas, como “Palenque”, de Vicente Fernández, que han nutrido su repertorio musical.
Los temas de migración e identidad entretejen en la audiencia un estado de reflexión acerca del desarraigo cultural que atraviesa una comunidad con el paso del tiempo. El cine documental es una fantástico actividad para reflexionar sobre el pasado y la construcción de un futuro diferente y, con el trabajo de Patricia, encontramos ese ejercicio etnográfico y sociológico que engloba la historia de toda una zona que se resiste a ser olvidada.
Es un testimonio audiovisual que nos transmite la experiencia personal del desarraigo, la nostalgia, la identidad, la migración,la resistencia al olvido,las fiestas, la música ranchera y, sobre todo, cuenta la historia de un pueblo que se rehúsa a la marginación, pese a que su único vínculo con su historia está construido con base a una cultura ajena a la suya.
El filme realizado por la cineasta mexicana Patricia Ordaz Cruz, ya se encuentra disponible en salas de la Cineteca Nacional de México.
¡No te la pierdas!
Toloriu
España | 2019 | 60 min
Directora: Patricia Ordaz Cruz
Sinopsis En Toloriu, un pueblito enclavado en los Pirineos catalanes, se cuenta la leyenda de Xipahuatzin, hija del emperador azteca Moctezuma llevada ahí por el barón Joan de Grau durante la Conquista de México. Varios años después, incapaz de adaptarse al frío de las montañas, Xipahuatzin murió de tristeza. Interesada por esta historia, la cineasta mexicana Patricia Ordaz viajó a este pueblo para explorar los paisajes que acogieron a la princesa y registrar las costumbres de un pueblo casi deshabitado.
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